viernes, 16 de febrero de 2007

El último día

Se los voy a decir una sola vez: lo que hacen las petroleras me parece un horror. No se qué se puede esperar de gente que taladra la tierra y las profundidades del mar buscando esa cosa sucia llamada petróleo, que no hace más que alimentar los motores contaminantes de los pelotudos que no me dejan cruzar la calle cuando camino por la senda peatonal. Esta todo mal con ustedes, señores petroletros con diente enchapados en oro, succionando con sus motores la sucia sustancia negra, ojalá que se les acabe pronto a ver qué hacemos.

Ayer no comimos pizzas al final, porque hubo un mal entendido. Cuando llamé a la pizzería para hacer el pedido me atendio una persona muy particular, Al parecer, le encomendé la imposible tarea de que anotara en una libreta: Una pizza de muzzarela otra Napolitana con jamón y media docena de empanadas, dos de jamón y queso, dos de pollo y dos capresse. No pudo con esa tarea, era demasiado para este ser viviente.Cuando le preguntaba el precio final me leía el precio de cada cosa y cuando le preguntaba qué le había pedido me reeleía todo el pedido pero siempre le faltaba algo y otra vez. Estuve 10 minutos hablando por teléfono, cuando le dije que iba a pagar con 100 pesos me dijo ah no, no tenemos cambio, ¿por que no va a buscar cambio por ahí usted?(Sic) yo le dije: "escuchame, yo te estoy comprando un producto el vuelto, me parece, que deberías tener la delicadeza de conseguirlo vos" y después me enojé (porque hasta el momento la situación me parecía graciosa entonces le hablaba con toda la tranquilidad del mundo) le dije que no trajera nada, a lo que me dijo bueno dejá lo conseguimos nosotros al cambio. Después de dos horas de esperar, llamé a la pizzeria, no atendía nadie, los hijos de puta habían cerrado y no me trajeron nada. Deben haberse cagado de risa de mí entre las muzzarellas y cajas de cartón. Hijos de puta. Lo peor de todo es que era re tarde y llamé como a 5 lugares diferentes y todos me decían "estamos cerrando", terminé comiendo tacos.

Esta mañana llegué y el potus tiene unas raíces muy pequeñas que flotan en el agua, parecen hilitos. Se lo vé saludable.

Hoy viajaba en colectivo y al lado mío charlaban dos señores gordos que usaban cinturón y uno le decía al otro que hacía unos días, había estacionado en un lugar y cuando hizo marcha atrás para salir, una botella rota de cerveza le cortó la cubierta. Me puso contento, desde que vivo en Buenos Aires me he convertido en un peatón fursioso, una especie de Willian Wallace de los peatones, cuando el tipito del semáforo se pone verde yo cruzo y no freno por nada del mundo. Hoy en día mi peor enemigo son los automóviles y cuando escucho a alguien que se le rompió el auto me pongo contento. Cuando es un conocido le digo que bajón, pero por dentro una sonrisa macabra que muestra los dientes se me dibuja.

El día amaneció todo gris y lloviznando (así son mis días preferidos) me puse el piloto cremita que compré hace un par de años en un sucucho perdido cerca del centro y salí con el y una sonrisa de luto en la cara. Me encanta la llovizna y la lluvia todavía más. Eso sí, odio los paraguas.

Mañana va a ser sábado, espero hacer algo interesante.

Como me quedé con ganas de comer pizza hoy en el trabajo voy a comer pizza, mierda.

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